lunes, 24 de mayo de 2010

Manifiesto Clínicos 2010

Hay hechos que son evidentes y forman parte de nuestra realidad social: una señora de clase acomodada acude a una terapia humanista o psicoanalítica, paga por un masaje tailandés o asiste a clases de yoga, por el contrario, su misma nana acude al consultorio donde es escuchada por un psicólogo/a media hora y el/la psiquiatra de turno le receta los psicofármacos mas baratos que la mantienen sedada la mayor parte del día. Estos datos no son “duros”, ni representan la realidad natural, objetiva, externa, lo sabemos, pero dan cuenta de algo mucho más brutal, son datos socioeconómicos que dan cuenta de nuestra desigual realidad chilena. Para comprobar estos datos no hace falta construir un laboratorio (seria de una ingenuidad enorme) hace falta algo mucho más sencillo, de sentido común: basta con pasearse y echar una mirada por los barrios de Vitacura y Pudahuel ¿Cómo la psicología logra desenvolverse en contextos tan distintos, sin olvidar que apunta al mismo fin: promover el bienestar y la salud mental de los chilenos?

De manera general, los programas de psicología de las Universidades chilenas no se hacen cargo de las enormes desigualdades socioculturales de nuestra sociedad que determinan de manera directa el bienestar subjetivo de la población, tampoco se hacen cargo de las consecuencias ético-políticas del ejercicio de la disciplina, y en mayor medida reproducen sin cuestionamiento alguno la ideología científica y sus efectos estigmatizadores, discriminatorios y reproductores del status quo, muchas veces con ayuda de la disciplina psiquiátrica y el poder del Estado.

Nosotros como futuros psicólogos clínicos no estamos dispuestos a callar ante todo esto que nos parece evidente, la psicología no debe estar al servicio de los intereses de la dominación y la desigualdad, bajo los cuales nace y tiene sentido. No podemos seguir reproduciendo el orden establecido y seguir siendo cómplices de la psicología institucional, la crítica es la esencia de la transformación de nuestra realidad y para ello es necesario un cambio radical de la psicología actual. Otra psicología es posible, y debe luchar por los derechos de autonomía del ciudadano, por una sociedad mas justa y humana, donde la diferencia sea aceptada como diferencia y no como desviación, trastorno o enfermedad mental. Más allá del acatamiento sumiso del disciplinamiento institucional y las responsabilidades académicas es hora de pensar otro mundo posible donde la psicología como institución de saber-poder no sea necesaria, es momento de construir organización estudiantil por una psicología al servicio de la sociedad y su transformación.





Organización chilena de estudiantes de psicología
2006-2010
Miembros Usach
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ocep.cl@gmail.com


Comité Editorial Revista “Pánico en crisis”
Boletín de contrapsicología y estudios críticos
www.panicoencrisis.blogspot.com
panicoencrisis@gmail.com

1 comentario:

  1. En la psicología "institucional" subyace el mito de que la profesión está "despolitizada", y que el introducir política en la psicología es una aberración.
    Pues bien, algo de eso es cierto. La psicología, la terapia, debe ser algo despolitizado, en el sentido de que adoctrinar pacientes no es hacer terapia. Pero el mantener una postura políticamente "neutral", supone adoctrinar de otra manera al paciente, diciéndole que el sistema establecido es algo a lo que hay que aferrarse para poder mantener la "salud".
    Una psicología que busque la autonomía del ciudadano, su emancipación de las figuras de autoridad (es edcir, con una ética madura, capaz de saber lo que está bien y mal sin que nadie desde fuera se lo diga), y su desarrollo libre, es necesariamente una psicología política, en cuanto a que influye en las decisiones políticas de los ciudadanos, y en cuanto a que en la práctica persigue un cambio social.

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